jueves, 16 de octubre de 2014

El problema de los árboles que se caen

   En estos dias están apareciendo noticias, opiniones y controversias en relación a los motivos, causas y razones por las que lo árboles en la ciudad de Madrid caen al suelo sin razón aparente. Lo mismo sucede con las ramas, las cuales pueden ocasionar tambien grandes daños, incluso letales, lamentablemente.

   Es una cuestión compleja. La historia del arbolado nos dice que no lo ha tenido nada fácil, que ha crecido, como regla general, en un medio antropomórfico, humanizado, condicionado a los vaivenes de otras actividades. Esto no es ni bueno ni malo. Se ha elegido este elemento para incorporarlo a un sistema, el de la ciudad, que tiene otros elementos.

   El problema se suscita cuando los elementos vivos (en este caso vegetales) hacen caso omiso al sistema (en forma de inclinaciones, reacciones ante agresiones, desarrollos y crecimientos en beneficio del árbol, etc) que suele imponer normas concretas, cartesianas y deterministas para el beneficio del ser humano. Algunas veces son compatibles con el árbol, otras veces no lo son tanto.

   Me permito hacer esta reflexión de tipo glogal holístico para saber dónde está parado el ser humano en relación con el árbol y dónde está parado el árbol en su relación con el medio ambiente antropizado que generalmente ha sido manipulado por el hombre.

  

                                                    Castanea Sativa ejemplar visto desde su base

   El árbol por otro lado tiene una vertiente de veneración trascendente para el ser humano, puesto que es fuente de vida, sustento y placer. En este sentido me alineo con las posiciones proteccionistas genéricas para uso y disfrute del árbol.

   Pero dentro de un contexto artificioso, como es el de la ciudad, el árbol pierde mucho de su valor intrínseco, para simplemente vanalizar su cuidado y existencia, salvo el momento en el que pasa la barrera de los "100 años" o similar, momento en el cual se considera "histórico" y se venera.

   No sé si esto también es bueno o malo, pero sí es cierto que a los árboles "bebés, adolescentes y maduros" hay que cuidarles como a los ancianos, sin menospreciar éste último. Todo ello permitirá que tengamos un camino de "vida con el árbol" más saludable y en mejores condiciones para ambos hacia el futuro"

Un saludo

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