martes, 30 de septiembre de 2014

   El final del camino:

   Hubo momentos intensos, en la planicie, en las subidas y bajadas a nuevos lugares... la belleza acompañó en todo momento al caminante. Humildemente lloré por el regalo dado en la senda de un castañar gallego, arrodillado.
   La vida es magnífica. Somos uno. Somos el "tao". Todas las intervenciones afectan globalmente; es cierto que si tu "das", sueles "recibir" lo mismo.
   La compañía en el tramo final fué muy enriquecedora. Es la incondicionalidad absoluta de la compañia. La simbiosis, el reflejo o "yo espejo". Es una gran oportunidad para crecer.
   Este tipo de experiencias permite la introspección y toma de conciencia personales. Volveré, estoy seguro, en otro tiempo, en otras circunstancias.

   Un saludo