domingo, 15 de junio de 2014

El camino se hace solo

   Realizar el Camino de Santiago es una experiencia única. En próximos relatos cortos expondré algunos matices de ésta experiencia, acordes con el sentido de la vida, que conectan con lo trascendental, para aprendizaje de uno mismo.

   Cada cual tendrá su camino y vivirá su experiencia, pero, desde luego será única y enriquecedora.

   Las montañas

   Su rudeza se amplia nada más empezar; las rampas son severas y te hacen ver la realidad tal como es en ese momento. Sin embargo una vez en ellas asumes que debes tomar un ritmo, una cadencia y que debes disfrutar, siendo consciente, de la subida. Poco a poco. Intuir los trazados es esencial, e intentar adivinar las subidas de pendiente. Afortunadamente el lenguaje verbal y la comunicación con otros ayudan a tener una certeza cognitiva de lo que tenemos delante. No hay flechas que indiquen cual es la dirección a tomar.

   Según subimos, entramos a formar parte del sistema natural y nos integramos. Las rampas, empiezan a suavizarse; incluso hay pequeños llanos o bajadas, que se convierten en impulsores de nuevas rampas de subida, duras, pero cortas, para luego tender a la rampa suave continuada.

   Se atisban los primeros picos y su cercanía es cierta. Las curvas del camino dejan entrever los primeros paisajes diáfanos amplios y lejanos, con calima leve; empiezas a sentirte más libre.

   Las rocas y suelo desnudo emergen y el paisaje cercano cambia por los rigores climáticos. Los árboles se empequeñecen y los característicos "portes bandera" producido por los vientos dominantes hace presagiar el final de las subidas y la cercanía real de la cumbre. Así es, allí está la última curva de subida, con pequeñas praderas de pasto "siempre verde" y la compañia de ganado libre extensivo acompañando al sistema natural y en consonancia con el uso racional de los recursos. Este aspecto hace aparecer en mí el recuerdo de la sabiduria popular ancestral con la montaña



   Una vez se llega a la cumbre, comienzan a aparecer las señales del camino. Reflexionando, parece ser que la subida solo podía llevarte por un sendero y que, una vez en la cumbre, puedes dirigirte hacia donde quieras, al haber diferentes senderos. Es por ello la existencia de señales cada poco tiempo, especialmente con el comienzo de la bajada a la cumbre montañosa.

   El logro ha sido espectacular, y el esfuerzo ha valido la pena. Son muchos los que lo consiguen y algunos quedan en el camino. Sin embargo, la apertura, una vez alcanzada la cumbre se ve reflejada en el abanico de posibilidades por los cruces de senderos. Pero nuestro objetivo está bien marcado y no nos desviamos de él. La primera meta volante ha sido alcanzada.